Muchas veces, la situación de otras personas no la llego a
comprender del todo, incluso a pesar de que sean personas muy cercanas a mí. Y me
preguntó qué ocurrió, por qué no enfrenta el problema o por qué tomó la
decisión de no levantarse y continuar. Y no es hasta que estamos en una situación
similar, cuando podemos asomarnos a saber cómo se siente esa persona, sin
embargo, nuestra manera de experimentar una situación determinada es distinta a
la de otra persona, ya que dependerá de lo que vivió previamente, su cultura,
edad y rasgos de personalidad que les hacen reaccionar según sea el caso, por
eso hablo de asomarnos a saber cómo se siente.
El hecho es que como se dice por allí, nos cuesta ponernos en
los zapatos de los demás, pero cuando realmente es necesario que entendamos lo
que siente esa otra persona, hay hilos que se mueven y que te hacen comprender
vivencialmente. También se dice que no se puede aprender de experiencias
ajenas, yo normalmente no comparto esto, porque pienso que la historia puede
guiarnos por un camino diferente o por lo menos a no hacer lo mismo que otros
si sabemos que no funciona o que está mal, hay muchos casos en los que nos
controla el ego, el cual te dice que será diferente porque eres tú, este pensamiento
egocentrista no deja ver lo que debemos ver y nos siega. El que no obtengamos
los mismo resultados y sea una experiencia enriquecedora y haya salido bien a
pesar de los riesgos, no dependerá de la influencia del ego en dichas
decisiones, de lo que si dependerá será de como tomamos en cuenta las cosas que
no se deben hacer y los efectos de hacerlas.
Hace algún tiempo no comprendí por qué alguien cercano a mi
prefirió la opción más dañina, y en cierto modo más fácil a la de ponerse de
pie, creí que fue porque no pudo superar su última caída, y efectivamente,
recientemente a otra persona le ocurrió lo que creo que le pasó a esa otra
persona y realmente fue impactante ver con mis propios ojos como una persona
tan fuerte se derrumbaba, y yo particularmente a pesar de que me atacan los
nervios, desde hace mucho tiempo he ganado la capacidad de poder controlarlo y no
dejar que me controle a mí, para así poder encontrar la solución sin entrar en
pánico.
En ese momento lo entendí, el MIEDO es un sentimiento tan
poderoso que incluso puede llegar a atarnos de tal manera que preferimos dejar
de vivir para sólo dejar que los días pasen, sin riesgos, con letargo,
apagándonos poco a poco, y sin darnos cuenta. Aparte de que hemos perdido un
tiempo valioso que no volverá, entre más tiempo pase la dificultad para
levantarse de nuevo es cada vez mayor, debido a que a ese miedo se le unirán
muchas otras emociones no muy positivas que harán cada vez más difícil dar el
paso de comenzar de nuevo. Por eso, al caernos, entre más rápido te repongas
emocionalmente, tomando la decisión de vivir y no quedarte atrás, será más
fácil volver a como era antes o incluso puede que sea mucho mejor, porque las
experiencias no son en vano, te enseñan y te trasmiten un gran conocimiento,
que si es bien aprovechado, no deja cabida a dudas de lo qué es correcto y no repetimos
lo mismo si sabemos que no es por ahí.
Pero dónde podemos abastecernos de esa fuerza que nos hará
tomar esa decisión de levantarnos, la respuesta a eso, es que esa energía y esa
fuerza simplemente ya está en ti. Y cómo la activas, cada quien tiene su
manera, hay personas que la activan a través de concebir las situaciones como
retos, otras necesitan amor, otros necesitan que se les aliente y se les dé ánimos.
Sin embargo, un alto porcentaje de ese ánimo, de ese amor debe provenir de ti
mismo, si tú no te involucras, ni que te den ánimos millones de personas, ellas
por sí solas no harán que te levantes, no obstante, sólo si te abres, ellos
aportarán el granito de arena para tu cambio pero en realidad el trabajo duro
queda de tu parte.
Una vez me dijeron que donde no existe el miedo es en el
cementerio, lo que resulta contradictorio a lo mencionado anteriormente, ya que
entonces para vivir al máximo necesitas el impulso del miedo para lograrlo.
Supongo que se trata de una “medida justa” y si el miedo la sobrepasa es cuando
dejas de ser tú para que tome el control de ti esos temores e inseguridades. Yo
tengo la certeza de que nosotros mismos tenemos el poder de decidir cuánto
espacio le cedemos al miedo en nosotros, así, sólo nosotros tenemos el poder de
dar o quitarle espacio, nadie más, aunque otras personas te puedan animar, eres
tu el que les permites que esa energía y esa fuerza te afecten positivamente. A
la final tu eres el que decides todo sobre ti, y al reconocerlo nos daremos
cuenta de que el 96% de los que nos ocurre es por nuestra causa y tenemos la
total responsabilidad de ello, un 3% el contexto en el que vivimos día a día y
sólo el 1% depende del libre albedrío de los demás. En la medida en que dejemos
de culpar a los demás de lo que nos pasa, podremos tomar mejores decisiones
porque sabemos que los resultados de las mismas serán absolutamente nuestra
responsabilidad.
EJMC